En estos últimos días he tratado de aprender más de todo lo que me rodea, y he llegado a comprender más, algo que todos sabemos pero que realmente no lo aplicamos por muchas razones: Me refiero a aprovechar las oportunidades que se nos presentan. Esto, entre muchas otras cosas ya las venía reflexionando, y culminando gracias a la película de comedia “Sí, señor” con Jim Carrey.
Me refiero a que muchas veces no sabemos qué nos depara el destino, y por estar tan encerrados en hacer las cosas siguiendo el camino que “debemos” de seguir, muchas veces rechazamos o ignoramos las oportunidades que se nos atraviesan en la vida. Lo podemos ver de esta forma: Estamos tan enfocados en llegar al final del gran pasillo (nuestra meta), que al ir avanzando se nos abren puertas a los lados, y las ignoramos, o nos asomamos, por miedo a algo nuevo, y no entramos por la puerta, sin saber que -probablemente- esa puerta podría ser un atajo para llegar a nuestra meta, o que tal vez esa puerta nos podría llevar a un lugar mucho mejor al que ni siquiera creíamos que podíamos llegar.
Creo que a una oportunidad nunca se le dice que no, y menos, cuando no hay nada qué perder, cuando no representa ningún riesgo. Sin embargo, aunque los haya, hay veces que tomar esos riesgos puede ser lo mejor que pudimos haber hecho en nuestras vidas, pero eso nunca lo sabremos hasta no tomar la decisión.
Pero mientras no tengas qué elegir entre una cosa u otra que te cause conflicto, toma todas las oportunidades que se te presenten. Si conoces a alguien que te puede enseñar a tocar guitarra, hazlo, si te ofrecen ir a algún viaje, o hacer algo que no habías hecho jamás, o algún negocio nuevo, una sociedad, lo que sea, ¡Tómalo! En realidad, no sabemos todas las cosas nuevas y buenas que nos puede traer la vida al tomar caminos que no habíamos pensado. Y te recuerdo que las oportunidades que se pierden, casi nunca se vuelven a presentar. Así que, ¡toma las oportunidades y arriésgate a que las cosas fluyan!
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