He de aceptar que no lo conozco en persona. Me han contado cosas hermosas, pero también dolorosas de él. A veces me dan ganas que me lo presenten, pero me han dicho que es un maleducado: viene sin avisar y se va con el mismo silencio. Del amor he oído mil historias, pero como dice el dicho “hasta no ver no creer”. Sospecho que nunca creeré puesto que también afirman que el amor es ciego.
Yo no he podido experimentar su sabor, color, olor, consistencia o resistencia. Almas que hoy son duras han sufrido por él muchos años. Almas bondadosas se regocijan con su presencia. Me cuentan que deambula lo mismo por una calle obscura, por un bar, en el pupitre de al lado, en el asiento del bus, en el reflejo de la vitrina, en los pixeles de una imagen… ¡Da lo mismo! es tan necio que se presenta en la forma que quiere. Eso sí, cuando has quedado prendado de él, y aunque lo experimentes en carne propia, es imposible explicarlo.
Refieren que se siente algo en la barriga, otros dicen que desconecta los circuitos cerebrales, otros que infla el pecho, pero a ciencia cierta, nadie sabe cuál es su esencia verdadera. Sus consecuencias son tan variadas como las personas que lo han conocido.
Si tú te topas con él, no trates de evitarlo, ni siquiera sabrás que es él, ya que te perderás y sólo pensarás (inexplicablemente) en esa persona responsable de que el AMOR haya llegado a ti.
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